viernes, 5 de octubre de 2007

Medicina universal y el hombre actual...


Medicina universal y el hombre actual
Una de las grandes áreas de trabajo y estudio en el gnosticismo, es indiscutiblemente la Medicina Universal.
El V.M. Samael Aun Weor en su libro TRATADO DE MEDICINA OCULTA Y MAGIA PRÁCTICA, expresa al respecto: “esta ciencia que yo bautizo con el nombre de Elementoterapia, el “arte regio” de la sabiduría medica, es tan antiguo como el mundo. No se puede ser medico sin ser mago, ni ser mago sin ser medico.”
Cuando hablamos del carácter universal de la medicina, lo hacemos para diferenciar esta Ciencia Sagrada de la comúnmente llamada medicina oficial, dado que ésta última es la que nuestra civilización y cultura actual entronizan como la única valedera, sabia, segura y cierta para tratar al hombre en sus carencias y quebrantos de salud. Si bien son ciertos los adelantos que la medicina contemporánea ha realizado, afirmamos que aún siguen siendo parciales sus conocimientos. Pero empecemos a analizar estos conceptos, partiendo por el grado de sabiduría que posee en estos momentos la humanidad sobre la naturaleza y el hombre, a fin de atender sus enfermedades y propender al desarrollo de sus valores vitales, psicológicos y espirituales.
No podemos esperar sensatamente que, alguien que ignore el origen, funcionamiento, utilidad y objetivo de una máquina, pueda solucionar algún problema que posea la misma. Menos aún si desconoce el uso correcto de las herramientas de que ya dispone, o los efectos nocivos que engendran las que inventa para paliar las situaciones críticas por las que atraviesa la máquina. Veamos en primer lugar, cuanto conoce el hombre de la naturaleza, es decir, del ambiente que lo rodea, de sus leyes, de su inteligencia rectora, de sus objetivos, procesos, etc.
Al respecto, el consenso general es que la naturaleza es algo mecánico, sin conciencia ni inteligencia, que tiene sus leyes surgidas de la propia evolución que la impulsa y que debe el hombre utilizar a voluntad, pues es su rey y expresión máxima de sabiduría conocida.
Consideramos esto un error, surgido de nuestra ignorancia y soberbia. Si desconocemos el origen, quien construyó y dirige a la naturaleza, no podremos jamás internarnos en sus misterios ni aprender de su sabiduría y menos aún manejar leyes que ignoramos, a riesgo esto último, de cometer una atrocidad. Ni pensar en subsanar las contrariedades que nos afectan al transgredir las normas existentes, leyes que arrollamos en procura de pasarla lo mejor posible en este mundo de interrelaciones, que como proyección nuestra, creamos para llevar adelante la existencia.
La Gnosis enseña que poniendo en práctica ciertas técnicas y ejercicios podemos llegar a conocer a la Madre Naturaleza, a las inteligencias rectoras de sus diferentes departamentos, a la vida y conciencia que anima sus diferentes reinos, a las leyes que los rigen, a la multiplicidad de dimensiones que existen, etc. y que no son creencias, son hechos que debemos tomar en cuenta.
¿Cómo es la preparación de un médico auténtico? Nos enseña el Maestro Samael Aun Weor: “Trece años estudian medicina los médicos Arhuacos y doce años es el mínimo de los médicos Lamas del Tibet. Más adelante expresa: Los severos estudios de medicina Himaláyica y Trans-Himaláyica, incluyen la elementoterapia, la osmoterapia, la anatomía de los siete cuerpos y la astrología y química ocultas. Todo médico Lama es clarividente, y realmente no se puede ser médico sin ser clarividente.” No podemos olvidar algo que es elemental hasta para el más materialista de los seres humanos, y es que bien sabemos que formamos parte de la naturaleza y que si la atacamos y la intoxicamos, nos envenenamos y destruimos junto con ella. Contaminamos el aire que respiramos, la tierra que nos alimenta, el agua que nos da vida, desatamos las fuerzas internas que posee el fuego para destruir a nuestros semejantes, y en nuestra necedad y desconocimiento más vergonzoso, manipulamos la mecánica elemental del mundo vital, de la genética, creyéndonos hacedores de vida, jugando simplemente con lo que ya está hecho anticipadamente por el Creador.
Precisamente, manipulando estos elementos, nos llevamos por delante leyes que controlan procesos que desconocemos, que distorsionan los planes establecidos desde eternidades para que el hombre trascienda su propia condición a base de esfuerzos concientes, educándose, trabajando sobre la realidad para conquistarla por estudio, comprensión e integración, no por imposición de la necesidad circunstancial y el desconocimiento.
¿Como podemos pretender alterar los efectos de la trasgresión de una ley como la del Karma (causa y efecto), sin contar con la autorización de su Legislador Supremo? Indudable es, que se debe procurar que una persona recobre su salud, pero es imprescindible que esto se realice de acuerdo a la Voluntad del Dios, a la Ley Divina y por la Caridad y Misericordia Universal.
La Ley del Karma enseña el error cometido, la necesidad de despertar conciencia, y además, equilibra las fuerzas que rigen la existencia para su mejor desenvolvimiento. El Karma no es un castigo, es una enseñanza, una medicina - a veces muy dura por cierto - que nos permite tomar conciencia de la falta realizada y retomar el camino correcto.
Como vemos, desconocer soberbiamente a la naturaleza, a sus leyes, es grave, pero también es lamentable pretender curar un paciente sin siquiera tomar en cuenta su séptuple constitución psicológica, o que es un trío de cuerpo, alma y espíritu. Actuar de esta manera, es hacerlo sobre un tercio o un séptimo del ser humano, y todo está interrelacionado intrínsicamente. Cada cuerpo interno tiene su fisiología, patología, anatomía particular, y por ende su estudio es urgente y necesario para diagnosticar y realizar un tratamiento curativo serio, científico y exacto, de acuerdo a los procesos que el Ser espiritual del hombre tenga planeado para él. Veamos lo que dice el V.M. Samael en su libro TRATADO DE MEDICINA OCULTA Y MAGIA PRÁCTICA: “A los textos de anatomía oficial les falta la anatomía de los cuerpos internos del hombre, que es séptuple en su constitución orgánica. Cada órgano es, por consiguiente, séptuple en su constitución interna. He aquí los siete cuerpos del hombre: 1° Cuerpo físico. 2° Cuerpo Vital. 3° Cuerpo Astral. 4° Cuerpo mental. 5° Cuerpo de la Voluntad. 6° Cuerpo de la Conciencia. 7° espíritu (el INTIMO). Estos distintos cuerpos internos del hombre, obran sobre nuestras glándulas endógenas y sobre nuestras hormonas.”
Nos planteamos la siguiente reflexión: si desconocemos la naturaleza interior, la psiquis del ser humano, sus cuerpos internos, si ni siquiera sabemos quien somos, quien fuimos en otra existencia y cuales son las razones de nuestra actual situación ¿cómo es posible que podamos diagnosticar la patología de otra persona y aplicarle el tratamiento médico que corresponda? Ante la incapacidad de ver en los mundos internos, los hombres hemos recurrido en el mejor de los casos a la tecnología, que nos ha dado una ayuda muy importante al respecto, suplantando - por ejemplo - con los rayos X a la clarividencia. No debemos menospreciar lo logrado por los científicos contemporáneos. Sus conocimientos son muy reales y exactos en muchos casos, aunque limitados al mundo tridimensional. Es imprescindible obtener un diagnóstico preciso, y si no hemos desarrollado aún la clarividencia positiva, ni poseemos los conocimientos necesarios para hacerlo, debemos recurrir al diagnóstico médico antes de improvisar con un tratamiento o un remedio.
Una ciencia auténtica no puede separarse del objetivo fundamental de la existencia que es alcanzar la felicidad, y esto no es posible - como nos lo enseña el V.M. Samael Aun Weor - si no se tiene a Dios encarnado. Sabemos que para lograrlo, lo primero que debemos hacer es respetar las leyes sagradas y la naturaleza tanto exterior como interior, debemos conocer las dimensiones del universo y enfrentar la dura realidad, que es necesario despertar en este mundo de fascinación y sueño al que la materia nos induce, haciéndonos pensar que sólo existe aquello que percibimos con los sentidos y que somos el centro del universo, creado para nuestro deleite y regocijo.
Sólo desarrollando el potencial psicológico y espiritual que tenemos latente podremos alcanzar las metas propuestas, y si no convergen las ciencias humanas con las divinas en ese plan cósmico del Creador, el fracaso será inevitable.
El médico verdadero debe tener una gran ética, estar despierto, haber muerto en sí mismo y sentir un gran amor por la humanidad; debe saber investigar en el mundo astral, ser clarividente, alquimista, mago, etc., y no olvidarse nunca que el que cura es el Maestro Interno, no la humana personalidad.
Por ello, es necesario comenzar por realizar un cambio radical en nuestras vidas. Debemos tornarnos más serios respecto a nuestras responsabilidades, y con verdadero espíritu científico, investigar, analizar y comprobar la realidad de la multiplicidad del universo, del mundo espiritual, para ayudar en forma conciente a la humanidad doliente.