lunes, 19 de noviembre de 2007

María Sabina...


María Sabina
María Sabina, legendaria practicante del chamanismo que en 1955 había compartido con el mundo exterior sus conocimientos de las ceremonias curativas maza­tecas con hongos sagrados.' Nacida en 1894, María Sabina ha­bía llevado una vida muy dura y dolorosa. De niña perdió a su padre, y al principio comenzó a comer hongos psicotrópicos para combatir el hambre. En una ocasión, cuando su hermana estaba enferma y María Sabina había consumido hongos alu­cinógenos, se le apareció la figura de la muerte. Tras esa vi­sión, aseguró haber recibido orientación de «seres espirituales superiores» en cuanto a cómo curar a su hermana, y ésta se re­cuperó de su dolencia. A partir de aquel momento, María Sa­bina se convirtió en una conocida curandera, o herbolaria, y la gente comenzó a acudir a ella desde muchos kilómetros a la redonda.
Doña María, como se la conocía respetuosamente, estaba convencida de que los hongos aportaban sabiduría, curaban las enfermedades, y representaban la carne y la sangre de Je­sucristo. Después de la defunción de su segundo esposo, cuando doña María tenía poco más de cuarenta años, comen­zó a trabajar exclusivamente con los hongos sagrados y pasó a ser conocida como sabia. Me contó que los hongos aparecían por voluntad de Dios. En el modelo de curación de doña Ma­ría se realizan varias operaciones, tales como el diagnóstico, la identificación de la causa de la enfermedad y el tratamiento de la misma, después de que la sabia y sus clientes hayan con­sumido hongos sagrados. Doña María afirmó que Jesucristo o algún otro «ser espiritual superior» operaba a través de los hongos, para revelar el origen de la dolencia y el remedio co­rrespondiente.
Doña María había observado que su bisabuelo, su abuelo, su tía abuela y su tío abuelo eran sabios que consumían hon­gos sagrados durante las veladas nocturnas. Para evitar pro­blemas con la Iglesia, asistía a misa y contribuyó a la funda­ción de una asociación femenina llamada Hermandad del Sa­grado Corazón de Jesús. En realidad, el párroco del pueblo salió en su defensa cuando las autoridades federales intenta­ron prohibir sus veladas con hongos.
La imaginería de la liturgia ceremonial de doña María era claramente católica, pero con un fondo de odas y salmos pro­venientes de los sumos sacerdotes de Motezuma, soberano azteca derrocado por los invasores españoles en 1521. Aun­que la Inquisición española había declarado las veladas ilega­les, éstas se habían seguido practicando en secreto durante más de cuatro siglos. Cuando se descubrió que todavía se ce­lebraban, multitud de jóvenes de Norteamérica y de Europa occidental acudieron a Oaxaca para probar personalmente los hongos psicotrópicos. Doña María simpatizaba con su deseo de ilustración espiritual, pero criticaba el hecho de que aque­llos jóvenes no respetaran las tradiciones mazatecas y consu­mieran los hongos sin una preparación adecuada ni la orienta­ción de un «sabio».2
Cuando le pedí permiso para tomar fotografías, doña Ma­ría se disculpó y regresó al cabo de unos minutos con su túnica ritual bordada a mano, llamada huipil. Una de mis amigas, claramente conmovida por el impacto del gran carisma de doña María, comenzó a llorar desconsoladamente. Inmedia­tamente, doña María se separó con ella del grupo, rezó por ella, y le frotó el cuerpo con flores frescas. A los pocos minu­tos cesaron las lágrimas, y la mujer en cuestión dijo que sentía una paz y una felicidad que perduraron varios días.'
María Sabina dejó de practicar poco antes de cumplir los noventa años. Volvió a casarse y vivió apaciblemente en su pequeño pueblo hasta su muerte en 1985. Entretanto, permi­tió que se grabaran y transcribieran las canciones y cánticos con los que acompañaba sus veladas. En uno de ellos, se des­cribía a sí misma y su función:
Soy mujer de esfuerzos,soy mujer de llanto, soy mujer de palabras, soy mujer creadora, soy mujer curadora,soy poseedora de la sabiduría de las plantas.
En otro, relataba la experiencia de una visión:
Así es como se ve cuando voy al cielo. Dicen que allí es como la suavidad. Dicen que es como la tierra. Dicen que es como el día. Dicen que es como el rocío.4